Historia de Aldea o lo que puede cambiar una gata aterrorizada
Compara las dos fotografías. La importancia de las casas de acogida.
Aldea te necesita. Aldea nació en Vigo, en una colonia controlada en
plena ciudad. Allí transcurrieron sus primeros meses. Cuando cumplió
unos 8 la mujer que la alimentaba la cogió para esterilizarla, con la
idea de volver a soltarla transcurridos los días del postoperatorio.
Pero llegaron las obras. La casa de Aldea estaba siendo destruída. No
tenía lugar donde volver. En esas circunstancias Aldea llegó a casa
esterilizada, con su cartilla sanitaria al día, negativa a
inmunodeficiencia y leucemia felinas. Era una gata muy asustada. Al
principio se instaló en un baño pequeño. Era difícil verla. Se escondía
en el transportín al menor ruido. Poco a poco fue acercándose, al ver
que nadie quería hacerle daño. Una vez alcanzado cierto grado de
socialización, llegó la hora de presentarle a los demás gatos. Al abrir
la puerta del transportín, el primero en acercarse fue Tigris. Y se
metió dentro, como siempre hace. El grito de Aldea fue ensordecedor. La
saqué corriendo de la habitación, con el transportín empapado en heces.
¿Cómo podía ser que una gata de colonia callejera tuviese miedo de los
gatos? Una gata ya adulta, negra y miedosa no tenía muchas oportunidades
de adopción... pero tampoco podía pasarse años confinada en un pequeño
baño. Entonces se intentó reunirla con los gatos inmunitos. Eran todos
tranquilos y sociables, con lo que la posibilidad de contagio es
prácticamente nula (el virus se transmite por sangre, esto es, cópula o
peleas). Además de los gatos, ese día había también una cachorra, Illa.
Nada más abrir la puerta del transportín, Illa metió la cabeza
corriendo... esperaba un gran chillido de pánico... pero no, nada, no
pasó nada. ¡A Aldea le encantaban los perros! ¡No les tenía ningún
miedo! ¿Cómo podía ser siendo una gata de la calle? ¿Es o no es
especial? Los años pasaron y nadie se fijó nunca en una gata negra, con
canas y hermosos ojos verdes. Salían gatitos, otros enfermaban y morían,
nuevos felinos entraban y tocó cambio de vivienda. Un espacio estupendo
para los gatos, amplio, con lugares a los que trepar, escondrijos,
luz... Aldea se hizo a convivir con una veintena de congéneres. Al ser
un sitio grande podía mantenerse al margen y relacionarse con los demás
solo cuando quería. Un par de mudanzas después Aldea enfermó. Su primera
enfermedad en 7 años de vida. Nada grave, tan solo un catarro que
necesitó un par de semanas de antibiótico. Para poder administrárselo y
tenerla controlada, la sacamos del recinto de los gatos y la metimos en
casa, donde solo estaba Boletus, también en recuperación. De vez en
cuando Aldea sigue entrando en pánico cuando se cruza con él por
sorpresa. Otras veces duermen juntos... Es una gata de contrastes. Al
principio pasó dos días escondida. Una vez aclimatada empezó, poco a
poco, a relacionarse con los humanos de la casa (hasta el momento solo
yo la podía tocar). Y se convirtió en una gata pegatina, super pesada de
tan cariñosa, la típica que se te frota una y otra vez al punto de no
dejarte ni andar. Aldea se ha relajado y se ha descubierto como una gran
juguetona. Su pasión son los cordones de los zapatos. ¡Y la comida que
no sea pienso! Una vez recuperada volvió al recinto de los gatos. Pasó
dos días tumbada en el mismo sitio, sin comer, dejándose ir, los ojos
hundidos y tristes, otra vez catarro. Por eso ha vuelto a casa y por eso
necesita con urgencia un hogar definitivo con personas pacientes que le
dejen su espacio para que sea ella la que vaya a buscarlos, la que les
entorpezca el andar con sus refrotes en las piernas. ¿Eres tú su persona
especial? Aldea se entrega, previa entrevista, con contrato de adopción
y seguimiento, desparasitada externa e internamente, vacunada,
esterilizada, chipada y retestada de inmunodeficiencia y leucemia
felinas. En principio solo en Galicia ya que, dada su timidez, puede
requerir un seguimiento cercano. Si no puedes adoptarla, por favor,
difúndela. Gracias en su nombre.
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