viernes, 13 de junio de 2014

Los animales también son para el verano

Verano, la estación favorita de muchos. Vacaciones, libertad de horarios, buen tiempo, viajes, playa, montaña... Apetece salir y pasear. Desconectar y leer. Dormir a deshora. Los informativos nos bombardean con imágenes de playas abarrotadas de turistas donde ni cabe el canto de una toalla. Actividades al aire libre. Hasta los atascos se llevan con una sonrisa. Helado, sorbete, gazpacho y una buena tumbona.

El verano de Laika
Odio el verano. Porque tus vacaciones suponen su abandono. Porque sé que, cuando el teléfono suena, otra vida truncada me espera. Porque el calor son sus parásitos y su deshidratación. Porque tus viajes son su cuneta. Tu playa su muerte bajo las ruedas de otro coche cargado de ruidosos veraneantes. Tu montaña su asesinato en una perrera. Odio salir. Porque en cada paseo unos ojos me encuentran. Porque ni duermo ni desconecto, no me libro de la mirada de aquel para quien no llegué, ahora es demasiado tarde. Odio leer los periódicos. Las noticias de tu abandono se suman a la nómina de festejos asesinos. En las perreras os matáis unos a otros, sin sitio para aislar. Tu diversión es su tortura. En cada atasco los veo pasar, desorientados, olisqueando en el aire una pista tuya, muertos de hambre y de sed. Lamen las migas que se caen en las terrazas donde disfrutas de tu heladito. Os odio porque ellos, los abandonados, los que condenáis a infierno cada año, no tienen capacidad de odiar.
Porque nunca hay excusas para el abandono. Cada vez más destinos aceptan perros y gatos. Infórmate. Como alternativa, existen residencias. Busca referencias. Otra opción es dejarlos al cuidado de alguien de confianza que se pase por casa o pueda atenderlos en la suya.

Laika mola. No te merecían
Laika sobró. Probable desperdicio de cazador que no tuvo reparo en ponerla en la calle. Corría el mes de junio. Un coche la estampó contra el asfalto. Le arrastró la pata hasta el hueso. Una pata que nunca quedó igual, que es una cicatriz que se le hincha y se le abre cada tanto. El golpe, a plena luz, un coche que nunca se detuvo y unos niños que, tras pedir ayuda a sus padres, actúan por su cuenta porque los dejan solos, como sola dejaron a Laika. La llevan a la clínica en estado de shock. Rápido se recupera el cuerpo, el miedo atroz, la ansiedad, cicatrizan mucho más lentamente.
WiFi también dejó de entrar en los planes en agosto. Quizás subió al coche feliz con su familia, contento por darse una vuelta. Quizás pararon, bajaron, estiraron las piernas. Y él se entretuvo olisqueando cualquier hierba. Cuando levantó la cabeza estaba solo. A un lado y a otro no había nadie. No entendió, salió corriendo a todas y a ninguna parte. Desorientado. Juguete roto. Aprendió a sobrevivir.

WiFi eres un encanto, una suerte conocerte
Disfrutamos más en compañía. Placer es nuestro gato dormido en el regazo en las cálidas tardes de verano. Placer es el hocico pintado de arena de tu perro cuando se duerme de agotamiento en el coche soñando que persigue olas.
El verano también es para nuestros animales. No hay excusas para el abandono. No más vidas en la cuneta.

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