lunes, 27 de junio de 2016

S.O.S.

Fotografía de Pro Animales Carballiño
Esto es la perrera. La perrera que pagamos con nuestro dinero. Esparcida por el suelo, compartiendo espacio con heces y orina, la única comida que los perros reciben: pollo crudo. Su cama es la madera dura, la humedad insana, los manguerazos. Campos de extermino en el quinto pinto donde tan solo el voluntariado difunde a los desgraciados que caen allí. Y los responsables no hacen más que ponerles pegas. Una mierda les importa la vida de estos perros. Solo un recinto donde tenerlos cerrados, malcomidos, con una atención veterinaria mucho más que cuestionable. Lo único que les importa es mandarte un lacero si llamas porque te has encontrado un perro abandonado. Lo único que les importa es tu voto para seguir calentando sillón. ¿El destino de los perros? Ellos no votan. Los dos perros de la foto son Tino y Lalo. Fueron dejados en la perrera por su dueño. Porque puede, porque son viejos, porque no sirven, porque se ha cansado. Los tira como basura y aquí no pasa nada. Los condena a muerte. Una muerte atroz. Y tan tranquilo sin conciencia se acostará a dormir. Y tan tranquilo el que manda le ha "resuelto" el problema. Y él vota. Tino, el de delante, ha muerto. Lo han cosido a dentadas sus compañeros de encierro. Perros confinados la vida en un espacio reducido. Se matan. Se matan y a nadie le importa. A nadie le duele el miedo, el dolor de los dientes clavándose, los ladridos, los gritos intentando aferrarse a la vida, la sangre mezclándose con carne y mierda. Perros solos todas las tardes, los domingos, los festivos. Y nos queda Lalo, el de detrás, un viejito que ha visto morir a su compañero, que tiene miedo, el olor a miedo capaz de desencadenar un nuevo ataque. Corre peligro. Una vida de mierda, el abandono, la muerte de su único referente en la perrera, el miedo, la soledad, la vejez. A Lalo hay que sacarlo ya. Que no se nos muera dentro. Por favor, rogamos acogida o adopción. El tiempo corre en su contra.

martes, 21 de junio de 2016

Los perros que desaparecen

Morgue está a salvo. Hace años vivía en la calle. Hace años muchas personas se implicaron en buscarle un lugar donde estar. Acogida temporal, le llaman. Pero lo cierto es que, una vez conseguido ese lugar que debería ser provisional, la historia de Morgue se desvanece. Y, ante los constantes casos de animales en la calle, en peligro, maltratados, a punto de eutanasia..., de nada sirve que Morgue haya sido la perra más fiel del mundo, que haya buscado durante meses y kilómetros a su dueño, que lo haya acompañado al cementerio, que haya sacado adelante a su camada. De nada vale que sea la mejor perra del planeta porque ella está a salvo ante los cientos de horrores cotidianos. Todos nos volcamos en las urgencias, y está bien, pero olvidar a los que ya no lo son los condena a morir en protectoras, sin haber conocido, jamás, un hogar. Por favor, si no puedes adoptar a Morgue, difúndela. Morgue, Limón, Caracas, Lupa o Teca necesitan una familia. Gracias.


lunes, 20 de junio de 2016

Morgue tiene una historia

Corría el año 2010 cuando unas perras revolucionaron una localidad costera gallega. Se habían instalado en el cementerio, a punto de Todos los Santos, y encima una de ellas venía preñada. Había que sacarlas de allí. El ayuntamiento, sin servicio de recogida, los vecin@s que comienzan a movilizarse. Traen fotos y empezamos a difundir. La concejala responsable en nada monta un par de casetas en un cerrado donde tenerlas. Vamos por ellas. Morgue, la preñada, ha parido. En un transportín metemos a sus cachorros y ella, simplemente, se mete en el coche con ellos. Su compañera, Pumba, se resiste más. Nos tiene miedo y tarda horas en confiar. Al final se rinde, confía, y a todos se les hace una revisión veterinaria antes de trasladarlas a las casetas. 
Morgue y familia. Foto de I. G. A.
¿Qué hacían esas perras ahí? ¿De dónde habían salido? Y esto es un pueblo pequeño y alguien recuerda que esas perras estaban el verano anterior con un mendigo, que Pumba era aún cachorrita y que el hombre había enfermado y lo habían trasladado al hospital. Y ellas, las perras más fieles del mundo, lo buscaron, lo siguieron y lo encontraron... en el cementerio. Había muerto. Estaban solas. Y así, sin amparo ni comida ni compañía, Morgue se preñó y parió, en el cementerio donde estaba su amigo, a su camada. Su único lugar seguro, junto a quien quería, confiándole su vida y la de sus cachorros. Al poco de instalarse en las casetas, donde un grupo de voluntari@s se repartían sus cuidados, Morgue enfermó, nada grave, pero toda su familia y su compañera Pumba fueron a una casa de acogida. Como pasa siempre en estas historias, los cachorritos, cumplidos los dos meses, encontraron hogares. Incluso Pumba consiguió el mejor hogar del mundo. 
Nuestra querida Pumba, puedes leer más sobre ella en este blog. Foto de I.G.A.
Y quedó Morgue, la madre, la líder de la manada. Y los años pasaron por ella, los compañeros que entraban y salían. Ella seguía aquí, sin que, ni una sola vez, nadie preguntase por ella. Morgue ya tiene una edad. 7, 8, 9 años, quién sabe. Es una perra extremadamente cariñosa, también con niños. No puede saludarte sin rechupetearte las manos. Es mediana, unos 14 kg de pelo largo en un precioso color marrón rojizo zorro, que se transforma en casi rubio por el vientre y en negro por el lomo y las orejas. Orejas. Una erguida, la otra siempre gacha, probablemente consecuencia de una otitis sin tratar. Es muy activa, le encanta correr por el monte, seguir rastros, excavar la tierra en busca de presas. Eso sí, es mandona con otros perros de su tamaño o más pequeños ya que le gusta ser la jefa y demostrarlo. Le gusta tener la mejor cama, el mejor sitio y ser la primera en pasar y comer, menos cuando se trata de perros más grandes que ella. ¡No tiene un pelo de tonta! Estaría genial en un hogar con terreno o con quien pudiese pasearla lo suficiente como para mantener su actividad. Muy obediente. 
Morgue, te espera
Y la vemos hacerse mayor, vemos pasar el tiempo y siempre aquí. Ya le toca un hogar para ella sola...

martes, 14 de junio de 2016

La perrera o la vida

Leila en la perrera
En ese lugar perdido, frío, cemento y tablas de madera que se pudren a manguerazos, pollo crudo en el suelo, mezclado con heces y orina. En ese lugar que tú y yo pagamos, se apagaba Leila. Gracias a los compañeros de Coidaocan y Luna Perrines, ha podido salir del infierno. Nosotros tuvimos el honor de acogerla y transportarla hasta su nueva acogida, porque Leila está en adopción, necesita ya una familia, ya un final feliz. Y nuestra obligación es terminar con esos antros denominados perreras y, mientras, no nos cuesta nada viajar con un animal de la perrera a la vida.

Leila, ya bañada, a punto de salir para la protectora